El sábado se produjo una de esas noches mágicas en el Santiago Bernabéu. Un partido casi perdido, errores propios, el tener que ir cuesta arriba todo el rato... Cualquier equipo del mundo, ante todo ese cúmulo de circunstancias adversas, bajaría los brazos y asumiría su destino, o intentaría (la mayoría de las veces sin éxito) una heroica e impotente remontada, pero el Real Madrid no. Ahí es donde aparece casi siempre el famoso espíritu de Juanito, el de las grandes remontadas de los años 80.
Con 0-2 en contra en el minuto 52 y Palop parando en plan santo todas las acometidas blancas, lo normal sería pensar que se iba a escapar de nuevo la oportunidad de ponerse líderes tras el pinchazo del Barça. Pero ese escudo tiene algo que incita a la épica, a lo imposible, al más difícil todavía.
Un partido en el que un equipo tira una vez a puerta (que además no es del todo un disparo sino un centro), y acaba con dos goles, mientras que el otro necesita 34 tiros para meter tres goles no es muy típico. La estadística no engaña. El Real Madrid fue quien hizo absolutamente todo en el partido. Por hacer, incluso se metió un gol en propia puerta, por medio de Xabi Alonso.
Cuando Van der Vaart hizo justicia en el minuto 92 poniendo el 3-2, vino a mi cabeza lo siguiente: En el vestuario de los San Antonio Spurs de la NBA, su entrenador Gregg Popovich, único en cuanto a motivar a su plantilla se refiere, ordenó poner una placa con el siguiente texto del periodista Jacob August Riis:
"When nothing seems to help, I go and look at a stonecutter hammering away at his rock perhaps a hundred times without as much as a crack showing in it. Yet at the hundred and first blow it will split in two, and I know it was not that blow that did it, but all that had gone before."
Más o menos la traducción es la siguiente:
"Cuando nada parece ayudar, voy y echo un vistazo a un cantero golpeando la piedra quizás cien veces sin nada más que como mucho una grieta en ella. Sin embargo, en el golpe ciento uno la piedra se partirá en dos, y yo sé que no fue ese golpe el que lo hizo, sino todos los de antes."
Esto es lo que ocurrió el sábado, y en tantas otras ocasiones, como la temporada pasada contra el Getafe, en la temporada 2006/2007 ante el Espanyol o en la vuelta de la Supercopa de España frente al Valencia en 2008. Y se podrían ofrecer muchos mas antecedentes parecidos. La constancia a la que apela la placa de los Spurs es innata en el Real Madrid cuando juega en su feudo. Pero para que ello acabara produciéndose hace falta materia prima. La entrada de Guti y Van der Vaart fue determinante para que su equipo pasara de ser un quiero y no puedo a un quiero y lo consigo. La segunda parte fue de lo mejorcito que se ha visto esta temporada gracias a la alineación ultraofensiva que Pellegrini se vio obligado a poner. Hoy frente al Olympique de Lyon se prevee una noche parecida. Si Guti continúa con ese nivel tan alto de juego, Higuaín (que hizo un partidazo aunque no marcara ante el Sevilla) tiene un poco más de acierto de cara al gol y Kaká juega como ante el Tenerife en vez de como lo hizo el sábado, es difícil que no se consume la remontada. Ese escudo vale más que mil placas.